El nombre «Connected» me vino durante una siesta en sueño paradójico, después de días de reflexiones sin convicción. Debo decir que fui exigente: mi marca debía ser simple y compleja, accesible y significativa, no nominativa y muy personal, neutral y evolutiva. Quería que representara mis actividades de bienestar a lo largo del tiempo y el espacio.

Connected, connectado, konnektatuta, connecté. El primer dominó de esta aventura cayó en marzo de 2019. Desencadenó una reacción en cadena de incubaciones. Durante una sesión de coaching, descubrí el término «Oneness». Era una luz débil al final de un túnel. Era confuso. Ahora lo traduzco como la alineación del ser y el hacer.

Luego me di cuenta de que el viaje infinito importa más que el destino. Eso es lo que quería encontrar en mi marca. La conexión con uno mismo, con los demás y con los espacios. La cercanía con la naturaleza, simbolizada por el árbol, su reflejo o sus raíces. La duda está permitida; pero lo que se siente importa más que todo.